¿Qué son los terrores nocturnos?

Conforme el niño va desarrollándose psíquicamente, su mundo se vuelve más complejo y la relación con los adultos adquiere otros matices. Estos cambios normales pueden dar lugar a ciertas alteraciones propiciadas por algunos miedos transitorios y verse reflejados durante el sueño.

Los terrores nocturnos provocan son interrupciones del sueño similares a una pesadilla, pero mucho más dramáticos y conllevan un padecimiento durante el sueño que se traduce en miedo real, agitación o gritos. Forman parte de lo que, científicamente se conocen como parasomnias.

Suelen aparecer alrededor de los dos años de edad y según algunos estudios cerca del 40% de los niños entre los dos años y medio y los seis años de edad padecen estos terrores.

Parecen ser algo más comunes entre los varones.

Los episodios de terror nocturno, puede durar desde varios segundos hasta varios minutos, aunque en ocasiones pueden extenderse durante más tiempo.

A pesar de que pueden resultar alarmantes, no suelen ser una causa de preocupación y la mayor parte de los niños los superan sin ningún problema antes de la adolescencia.

Alrededor del 80 % de los niños que padecen terrores nocturnos tienen antecedentes de algún familiar que también los padeció o que era sonámbulo (un trastorno del sueño similar).

¿Cuáles son los signos y los síntomas de los terrores nocturnos?

Durante un terror nocturno, es posible que el niño:

  • Se siente repentinamente en la cama
  • Grite angustiado.
  • Mire a su alrededor fijamente y con los ojos muy abiertos.
  • Transpire, respire pesadamente y tenga el pulso acelerado, la cara ruborizada y las pupilas dilatadas.
  • Patalee.
  • Se muestre confundido.
  • Sea difícil de consolar.

No recuerde el suceso a la mañana siguiente o tenga pocos recuerdos de este hecho, puesto que, a diferencia de las pesadillas, que suelen ser recordadas, los niños no recuerdan el terror nocturno porque suele producirse en un sueño profundo y no deja imágenes mentales.

Un niño con pesadillas

¿Cuál es la causa de los terrores nocturnos?

Los terrores nocturnos suelen ser causa de una sobreexcitación del sistema nervioso central (SNC) durante el sueño.

Los terrores nocturnos se suelen producir durante la fase del sueño N3 que es la fase más profunda del sueño sincronizado. Suelen producirse entre 2 o 3 horas después de que el niño se haya dormido, cuando el sueño pasa de la fase más profunda a la fase más superficial (MRO) y, entre los desencadenantes más frecuentes se encuentran:

  • Privación del sueño.
  • Cansancio extremo.
  • Estrés.
  • Alteraciones en los horarios de sueño.
  • Fiebre.

En algunas ocasiones los terrores nocturnos, también pueden ser causados por:

  • Patrones anormales de respiración durante el sueño.
  • Síndrome de piernas inquietas.
  • Ciertos medicamentos.
  • Consumo de algunas substancias como la cafeína.
  • Trastornos del estado de ánimo.

¿Cuándo debemos acudir al pediatra?

  • Si aparecen con demasiada frecuencia.
  • Cuando interrumpen de forma habitual el sueño.
  • Cuando provocan problemas de seguridad o somnolencia excesiva.
  • Cuando continúan apareciendo después de la adolescencia o comienzan en la edad adulta.

¿Cómo puedo ayudar a mi hijo durante un episodio de terror nocturno?

Lo primero es comprender que, los terrores nocturnos en sí mismos, son parte del neurodesarrollo y, en principio, no deberíamos darles mayor importancia puesto que, en la mayor parte de las ocasiones, desaparecen de forma espontánea.

Únicamente, debemos tener cuidado con que, en mitad de uno de estos episodios, debido a la agitación, puedan hacerse algún tipo de daño.

Por norma general resulta muy difícil despertarles, de hecho, está desaconsejado y si lo hacemos, debemos acercarnos con suavidad, intentando evitar razonamientos y centrándonos únicamente en velar por su seguridad.

Debemos mantener la calma, porque de lo contrario, nuestra angustia puede generar aún más nerviosismo en los niños y empeorar las cosas.

Lo más aconsejable es no intervenir y cuando el episodio haya terminado, acostarles nuevamente, darles un beso de buenas noches y esperar a que se duerman de nuevo.

La mejor manera de manejar un terror nocturno es ser pacientes ya que, los niños, suelen calmarse y volver a dormir solos en unos minutos.

Solo en caso de que los terrores nocturnos se presenten cada vez con mayor frecuencia, suban de intensidad o afecten la dinámica de la familia durante las noches, es aconsejable consultar a con el pediatra.

Prevención de los episodios de terror nocturno

Sin lugar a dudas, la mejor manera de prevenir un episodio de terror nocturno es asegurarnos de que el niño mantiene una buena higiene de sueño. Los hábitos irregulares de sueño o la privación del mismo, son factores decisivos que pueden desencadenar estos eventos en aquellos niños con predisposición a presentarlos.

Es importante crear una rutina a la hora de dormir que resulte relajante y cómoda para el menor y asegurarnos de que, los niños, duermen y descansan el tiempo suficiente y no permitir que se queden despiertos hasta muy tarde.

También podemos prevenir estos episodios tratando de reducir el estrés en los pequeños y evitando que utilicen dispositivos electrónicos durante al menos, dos horas antes de acostarse. La estimulación lumínica inhibe la producción de la melatonina, la hormona del sueño y además de retrasarlo, puede aumentar los niveles de excitación en los pequeños.

Una cena ligera ayuda a descansar mejor. Está demostrado que el consumo de grasas en la cena aumenta la probabilidad de sufrir parasomnias No REM en niños predispuestos, es decir, episodios de sonambulismo y terrores nocturnos.

Vigilar el contenido que ven los niños en determinadas películas o series también es fundamental ya que, algunas escenas, pueden resultar traumáticas o no apropiadas para su capacidad de comprensión, lo que puede generarles estrés emocional.

En aquellos casos en los que los terrores nocturnos se presentan todas las noches a la misma hora, se puede tratar de despertar a los niños entre 15 y 30 minutos antes para tratar de evitarlos.

Además, debemos tener siempre presente que existen circunstancias que pueden afectar al menor e influir en su aparición, tales como: problemas en la escuela, mudanzas, enfermedad o fallecimiento de algún ser querido, separación de los progenitores, etc. En estos casos, se debe favorecer la comunicación con el menor, facilitando que este pueda expresar sus pensamientos y temores y aportándoles seguridad emocional.

En general, debemos mantener la calma ya que, en la mayoría de los casos, los terrores nocturnos forman parte del desarrollo normal y desaparecen después de un tiempo. Pero, por supuesto, si los terrores siguen siendo un problema, incluso cuando has cumplido con las pautas adecuadas para prevenirlos, no debemos dudar a la hora de solicitar la ayuda profesional de un psicólogo especialista en problemas de sueño. En Abaterapia somos especialistas en psicología infantil y tratamos los terrores nocturnos.