Cómo enfrentarse a las mentiras infantiles

No es raro que, muchos padres, se preocupen e incluso molesten cuando se percatan que sus hijos comienzan a decir mentiras, algunos a muy corta edad. Una reacción habitual es reprenderles, imponerles límites o incluso, castigarlos lo que, en la mayoría de las ocasiones, no sirve de mucho y tampoco genera los efectos o cambios esperados.

Esta situación es una realidad muy común entre los padres que se ven un poco desorientados a la hora de abordar problemáticas como esta con sus hijos.

Frente a este tipo de situaciones es necesario advertir que, el hecho de que los niños fantaseen o inventen pretextos para evitar posibles castigos, es una reacción natural y es parte de su proceso de desarrollo cognitivo y social lo que, a la vez, nos permite poder ir siguiendo su evolución hacia un ser adulto.

Algunos especialistas identifican los 7 años como la edad en que, generalmente, los niños entran en una etapa donde empiezan a falsear la realidad. Marcan esta línea divisora porque, si bien antes de esta edad probablemente ya hayan dicho mentiras, estas eran parte más bien de su universo imaginario y de su poca capacidad para separar la fantasía de la realidad. Desde los 7 años aseguran algunos expertos, es cuando los niños identifican la mentira como una herramienta con la cual pueden sacar algún tipo de beneficio.

¿Por qué mienten los niños?

Respecto a las causas de la mentira, sí existe un mayor consenso entre los especialistas que, respaldados por investigaciones, identifican varios motivos. La mayoría de estos estudios relacionados con la mentira infantil concluyen que, los niños, no son deshonestos conscientemente, ya que no han desarrollado ese grado de razón acerca del bien y el mal, sino que mienten por motivos muy sencillos y, en muchos casos muy parecidos a los de los adultos.

Las razones más comunes son:

  • Frustración: en este caso los niños sienten algún tipo de dolor o incomodidad por alguna situación, por ejemplo un niño que dice tener mascota cuando en realidad sus padres no se lo permiten.
  • Imitación: Un niño aprende y se educa en gran parte imitando lo que ve y en relación con el acto de mentir no hay diferencia. El niño va a repetir patrones y conductas que advierte en sus padres, por ende, si este observa que sus padres o hermanos mayores falsean información y/o la distorsionan en pos de beneficios propios, él naturalmente va a copiar ese comportamiento.
  • Llamar la atención: Inventar problemas, por ejemplo, mentir acerca de posibles dolores físicos, para así obtener el cariño y cuidado de los adultos responsables, generalmente esto ocurre porque el niño se siente poco atendido.
  • Miedo al castigo: es un instinto nato tratar de evitar la reprobación y el castigo por parte de un adulto o autoridad, es por esta razón que, es muy fácil, percatarse cuándo y por qué un niño falsea la realidad y la acomoda para su interés con este fin.
  • Exceso de exigencias: los padres en muchas ocasiones demandan a sus hijos un elevado nivel de rendimiento, ya sea académico, de comportamiento o deportivo. La mentira en estos casos, es una escapatoria y una forma de poder continuar cumpliendo con las expectativas que tienen los padres para con sus hijos.

La mayoría de estos motivos hablan mucho más acerca de los padres y los vínculos que construyen con sus hijos que, de los propios niños, por lo que se hace necesaria una revisión y una toma de conciencia acerca de cómo los padres se relacionan con sus hijos, como generan lazos y en qué están basados estos.

Mirar el lado positivo

Si bien mentir, a priori, puede parecer un acto negativo y que puede acarrear muchos problemas, entenderlo como parte del desarrollo y crecimiento emocional y cognitivo del niño nos ayuda a mirarlo abiertamente y contemplar todas sus aristas.

Para esto, es importante tratar de entender el proceso de pensamiento de un niño que desemboca en el acto de mentir. Detrás de los bulos hay desarrollo de pensamiento y una exploración del mundo en que está viviendo. Mentir es parte de una etapa de descubrimiento de los límites y de hasta donde puede llegar en este mundo impuesto por los adultos.

Ya hemos mencionado que, en ocasiones, mienten para evitar el castigo o el regaño por alguna travesura cometida. En esta parte del proceso a partir de cierta edad logran aprender y sacar en limpio algunas moralejas que les sirven para toda la vida. Sostener una mentira significa un trabajo y esfuerzo cognitivo de su parte que es útil y necesario, ponen en práctica habilidades como la inhibición para no dejar salir la verdad y usan la memoria para poder mantener el desarrollo de su mentira creíble. Podríamos aplicar el dicho de “echando a perder se aprende”, en este contexto, el niño aprende e incorpora conductas que le protegerán y ayudarán a desenvolverse en el mundo que lo rodea. Al mismo tiempo, realiza una reflexión acerca de su comportamiento y hace un juicio de valor acerca de él, desarrollando el pensamiento abstracto y el concepto del bien y el mal.

Un ambiente seguro

Para el niño la mentira es parte de su crecimiento y de su camino hacia la madurez, la misión de los padres es guiarles y brindarles el mejor ambiente donde puedan sentirse acogidos, seguros y valorados, tal como son, sin que sientan la necesidad de esconder o falsear ni sus ideas ni su forma de ser.

En el espacio familiar, el respeto por el pensamiento del otro es fundamental, más allá de las diferencias que puedan existir, siempre hay una aceptación del otro por lo que es y no por lo que hace. El error es parte de la vida de todos y no es bueno demonizar las faltas menos en las edades tempranas, sino más bien, mirarlas desde una perspectiva constructiva y de aprendizaje.

Este espacio familiar debe ser autentico y veraz y valores como la honradez y la transparencia, serán fundamentales para el surgimiento de relaciones sanas entre personas y de estas personas con el mundo. Es muy importante tener claro que no hay mejor forma de educar que con el ejemplo, así el niño crecerá en un ambiente donde ve que las personas se relacionan abiertamente, sin medias verdades, ni falsedades y que actúan según los parámetros y valores que se le están enseñando y exigiendo.

Cómo reaccionar

En el momento que nos encontramos con la mentira, los padres, deben tratar de abordar y resolver de manera saludable y constructiva la situación para que no resulte intimidante para los niños y frustrante para ellos:

  • Es necesario ser tajante al reprobar la mentira, ser firme y claro pero sin agresividad ni ofuscación.
  • Nunca relativizarla, nunca tomársela a broma y menos ser indiferente a ella, la mentira no es la mejor opción y así debe percibirlo el niño.
  • La mentira no puede ser considerada como una muestra de ingenio, astucia u ocurrencia, jamás debe ser premiada por ser parte de una actitud que involucra la falsedad para conseguir el éxito o el triunfo.
  • No olvidar que ellos están construyendo su juicio moral y lo hacen repitiendo y copiando el que observan en sus padres y/o adultos responsables.
  • El niño debe entender que mentir es una conducta negativa, para esto, es bueno señalarle todas las aristas que conllevan una mentira y a cuánta gente puede llegar a implicar, así podrá ser consciente de que, al mentir, no solo se hace daño a él, sino que involucra a un grupo de gente que no tiene ninguna responsabilidad en el asunto
  • Es bueno que aprendan a valorar la honestidad y cuánto cuesta en ocasiones dar la cara y decir la verdad. Apreciar las actitudes en las que, se reconocen los errores y faltas, por pequeñas que sean, es importante, ellos necesitan ese apoyo y ánimo para seguir por la ruta correcta. Que tengan la confianza para reconocer sus errores con naturalidad, sintiendo el apoyo y cariño de sus padres.
  • Ayudarles a que reconozcan cuando algo no les gusta o no les parece justo, promover el diálogo y el respeto por las opiniones diferentes, valorar la riqueza de la diferencia, sin conflicto, ni enemistad.
  • Los padres deben ser muy rigurosos con sus compromisos, cumplir siempre con lo que se dice en todo orden de cosas, desde una promesa para una salida de fin de semana, hasta un castigo asignado.
  • Predicar con el ejemplo es fundamental, no involucrarlos en mentiras o en situaciones poco claras, en las que sientan que están faltando a la verdad por cumplir con sus padres.
  • Reconocer errores frente a los hijos es una buena herramienta para que aprendan que todos nos equivocamos y que eso no es excusa para mentir. Que los problemas tienen solución sin necesidad de inventar o falsear la realidad.
El equipo de Abaterapia